La química de la vida gira alrededor de la química del átomo de carbono. La calidad esencial del carbono que le ha permitido cumplir su función es el increíble número de moléculas que puede formar. Al tener cuatro electrones en la capa externa, un átomo de carbono puede unirse hasta con otros cuatro átomos. Lo más importante, cada átomo de carbono es capaz de unirse con otros átomos de carbono para construir moléculas con centros formados por largas cadenas de átomos de carbono. Los centros de carbono pueden ser lineales, ramificados o cíclicos (Karp, 2011).